Hace tiempo que siento la necesidad de afirmar que no hemos tenido los banqueros que necesitó la gestión y vida económica de nuestra sociedad. Siento una profunda deficiencia, al igual que todos mis convecinos que recogen su periódico en el mismo kiosko y en dos palabras o frases comentan su portada; la razón de ello es clara: los responsables de múltiples instituciones conviven con la opulencia mientras han condenado a personas honestas a la necesidad y hasta a la muerte. Así, por ejemplo, me resulta irritante tener que leer correos del señor Blesa y tener que apreciar que no hay exigencia de responsabilidades a quien vapulea los valores públicos de tal forma, o bien que esa posible exigencia se desplaza sorteando tales vericuetos legislativos que acabará cegando el mismo proceso de petición de responsabilidades. Una legión de abogados se encargará de ello.
Ahora bien, cada día gana cuerpo en mí que los Blesa no han podido surgir sin la colaboración de multitud de oficios o profesiones. El economista que enmascara unas pérdidas en un balance que es preciso para negociar un crédito; el abogado que burla el bien común negociando arreglos y permisos ante terceros o sorteando la legalidad con un saber que sólo está al servicio de los intereses de quien le otorga un espléndido sueldo o comisión; el notario que no quiere estar presente o facilita el momento del fraude fiscal; el banquero que se deja engañar ante una petición de crédito que muy probablemente no se restituirá; el redactor jefe que desplaza temas a medida que aumentan las páginas de publicidad; el legislador que instruye y mantiene procedimientos que hacen inviable el control social en la contratación pública, etcétera. ¡Se precisa de una legión de personas en los consejos y fuera de los consejos!
Por todo ello, para despegar de esta crisis urge una profunda y urgente limpieza de instituciones y procedimientos fundamentales del Estado que deberían ser ejemplares a la hora de adoptar las transformaciones que esta limpieza requiere y en sancionar las prácticas corruptas.
Levante: Guillermo Quintás