Bertrand
Russell (Gran Bretaña 1872-1970)
Filósofo y matemático
Texto extraído de
2 "Por
qué no soy cristiano"
«La religión
se basa, pienso, principal y primariamente en el miedo. El miedo es el padre
de la crueldad, y por tanto no es sorprendente que crueldad y religión han
ido tomadas de la mano. La ciencia puede ayudarnos a superar este cobarde
temor en que ha vivido la humanidad por tantas generaciones. La ciencia
puede enseñarnos, y yo pienso que nuestros propios corazones pueden
enseñarnos, a dejar de buscar apoyos imaginarios, a dejar de inventarnos
aliados en el cielo, sino mejor a mirar a nuestros propios esfuerzos aquí en
la tierra para hacer de este mundo un lugar más adecuado para vivir, en vez
de la clase de lugar que las Iglesias han hecho de él durante todos
estossiglos.»
«Pienso que todas las grandes religiones del mundo (...) son tan falsas como
dañinas. Es evidente, como cuestión lógica que, ya que discrepan entre sí,
no más que una de ellas puede estar en lo cierto.
Con muy pocas excepciones, la religión que acepta un hombre es la de la
comunidad en que vive, lo que hace obvio que la influencia del ambiente es
lo que lo ha llevado a esa religión.»
«La mayoría de las personas cree en Dios porque se les ha enseñado desde la
más temprana infancia a hacerlo, y ésta es la razón principal. Luego creo
que la siguiente razón más poderosa es el deseo de seguridad, una especie de
sentimiento de que hay un gran hermano que cuidará de uno. Esto juega un muy
profundo papel en influir en los deseos de las personas de creer en Dios.»
«A mi modo de pensar hay un muy grave defecto en el carácter moral de
Cristo, y es que creía en el infierno.
Yo no siento que ninguna persona que realmente sea profundamente humana
pueda creer en un castigo eterno. Ciertamente Cristo, tal como lo retratan
los Evangelios, creía en el castigo eterno, y uno encuentra repetidamente
una furia vengativa hacia aquellos que no escuchaban sus prédicas: una
actitud que no es rara en los predicadores, pero que desdice algo de la
excelencia superlativa.»
Bertrand Russell
De ¿Por qué no soy cristiano?